El Soplón, también conocido como Muchacho soplando una candela.
Seguimos conociendo la obra de Doménikos Theotokópoulos, El Greco.
Una de las obras más diferentes y sorprendentes
de El Greco, ya que bajo la apariencia de un estudio lumínico se esconden otros
muchos significados.
Un joven o niño vestido con ropajes de tonos verdes
es retratado en el momento que sus carrillos se hinchan para
apagar una vela. El Greco despliega sus dotes de observador realista. El foco
de luz ilumina la palma de la mano, el cuello y parte del rostro, provocando en
el resto el modelado de las sombras, desde las más tenues a las más oscuras.
Pinta este cuadro viviendo en el Palacio
Farnesio de Roma. Se siente muy cercano a Fulvio Orsini, el humanista y
bibliotecario del cardenal Farnesio, en cuyo entorno se reúne uno de los
cenáculos más cultos de Roma. Se veneraba la Antigüedad en todos sus aspectos.
En ese ambiente El Greco se plantea realizar una
réplica del mítico Antífilo, pintor descrito por Plinio el Viejo en su Historia Natural, en la que cuenta que
su tema predilecto era un muchacho que al soplar una vela provocaba las
reacciones lumínicas más variadas. Así, Domenikos pinta, por encargo del
cardenal Farnesio, su primera écfrasis, así denomina el humanismo a los temas
cultos y complejos sacados de la Antigüedad.