Soñando vidas
Rodrigo Díaz, en el Cantar del
Mío Cid,
durmiendo en los Palacios del
Alficén;
Gonzalo de Berceo soñando
versos de casullas
sin
aguja cosida
en la Catedral;
el juglar Mainet saboreando en
la piedra de la Puerta del Reloj
los amores de la princesa Galiana
y Carlomagno;
Alfonso X, en su scriptorium,
recordando a Azarquiel en
cráteres lunares;
don Juan Manuel cuentista de
magos de toledanos;
el Arcipreste de Hita
recordando los misterios gozosos del amor
desde la prisión arzobispal;
otro arcipreste, el de
Talavera, misógino medieval,
disparando disparates contra
ellas, ¡qué fácil!;
Jorge Manrique en bellas estrofas
de pie quebrado
nos dejó preciosas coplas a la
muerte de su padre;
Gómez Manrique: Nobles, discretos varones que gobernáis a
Toledo,…;
Rodrigo de Cota, bajando a los
infiernos de la ciudad
para comenzar La Celestina.
David
J. Calvo