Arena
en los bolsillos
Después de otra noche de
insomnio
paseaba por la playa descalzo,
unos vaqueros viejos y una
camiseta
de hace quince años,
un viejo reloj que no caminaba
y unas gafas que cubrían
unos ojos rojos de tristeza
eterna.
Las manos en los bolsillos,
los hombros encogidos,
entre los labios los restos de
un cigarrillo.
El amanecer le pareció un puto
cartel de publicidad,
el mar tranquilo,
el sol carmesí,
el barco de pesca,
el cielo añil,
faltaba una mano agarrada a la
suya,
un cuerpo cómplice en el que
cobijarse.
Estaba arruinado,
no solo no tenía dinero
también había errado el rumbo.
Llevaba polvo de estrellas
después de dormir junto al océano
que era un mar de andar por
casa;
incluso, soñaba que de niño
soñó
pasear una mañana con arena en
los bolsillos.
David
Calvo