viernes, 11 de diciembre de 2020

Fin del mundo

 

Por lo que se ve, el fin del mundo

tiene toda la pinta

de ser muy cutre.

 

¡Qué mal planificado!

¡Qué falta de elegancia!

¡Qué sórdido!

¡Qué poca melancolía!

 

Lo peor será que no nos pillará

con un buen vino

en el amanecer furioso

de una noche eterna,

ni con un güisqui

entre las sábanas cálidas

que deja tu cuerpo

después de la tempestad.

 

Sería cruel que nos encontrara

recluidos en casa

huyendo de un virus

que se cuela por los rincones del cariño.

 

Sería desagradable que el crepúsculo

nos recibiera llenos de basura,

sin sueños húmedos

que viajan del pasado al futuro.

 

Dos décadas de un siglo triste,

de avaricias desatadas,

con crisis que machacan a los de siempre,

con virus que ahora llegan en aviones.

 

El destino sigue siendo un cabrón

que se ríe de nosotros cada mañana.

¿qué mierdas más nos quedan?

Seguro que demasiadas.

 

Falta un apocalipsis bien planificado,

con clase, con felicidad a borbotones,

con los abrazos y besos

que en dos mil veinte se han perdido

en cualquier agujero negro.

 

David Calvo