Todos
los toledanos conocen a Gómez Manrique, poeta y dramaturgo de la segunda mitad
del siglo XV. Para los que no lo conozcáis, es un buen momento para acercarse a
un toledano de Palencia, exactamente de Amusco.
Os
cuento algo de Gómez Manrique. Nació en el año 1412 y murió en Toledo en 1490.
Como curiosidad diré que fue tío del poeta Jorge Manrique.
Los
Reyes Católicos le premiaron por su impagable fidelidad, especialmente por el
gran apoyo a la reina Isabel la Católica.
En
las famosas Cortes de Toledo de 1480 fue su presidente y su portavoz. Por
tanto, fue el encargado de pronunciar el discurso con las peticiones a la
corona, también fue uno de los más fieles colaboradores en el gobierno local de
Toledo. Fue Corregidor de Toledo desde febrero de 1477 y mantendría el cargo
hasta su muerte, en noviembre de 1490. Además, de gran poeta, destaco como
político y hombre de armas.
Anteriormente,
sirvió al Infante Alfonso, hermano de Isabel, como corregidor de Ávila. Después
se abrazó a la causa de Isabel, que le propuso la especial tarea de asegurar la
paz y la fidelidad en la siempre incierta e indecisa ciudad de Toledo.
Gómez
Manrique salió victorioso de varias conjuras en la ciudad, unas del Arzobispo,
otras de los enemigos de la ya Reina Isabel, algunas de bandos nobiliarios
contrarios e, incluso, de importantes conversos que lucharon por impedir la
implantación de la Inquisición. Gómez Manrique logró todo lo que los monarcas
le encargaron.
De
su paso por el Ayuntamiento toledano aún dan testimonio, desde la escalera que
sube a la sala capitular, los famosos versos que se le atribuyen y que, sin
lugar a dudas, contienen un ideario de gobierno:
Nobles,
discretos y varones
que
gobernáis a Toledo,
en
aquestos escalones
desechad
las aficiones,
codicias,
amor y miedo.
Por
los comunes provechos
dexad
los particulares:
pues
voz fizo Dios pilares
de
tan riquísimos techos,
estad
firmes y derechos.
En
estos tiempos de corruptos, corruptores y votantes de los primeros, habría que
mandar a nuestros políticos estos versos de Gómez Manrique. Simplemente para
que cuando entren al servicio de los ciudadanos dejen en los “escalones” que
suben al poder su codicia y avaricia.
Imagino
que posiblemente sería mucho pedir ética a nuestros gobernantes, pero más les
vale espabilar. Me llama mucho la atención que juren o prometan sus cargos e
incumplan juramentos y promesas con la tranquilidad de no tener un mínimo de
estética.