Llevo
tiempo sin hacer ninguna entrada al blog. Siempre se pueden poner mil excusas,
pero no merece la pena.
Hoy
se termina un año muy Greco, también en el blog, pero aunque pasen las
efemérides, de vez en cuando pienso seguir acordándome de un genio al que
muchas veces al año tengo la ocasión de contemplar y siempre me sigue
excitando, continuamente provocándome nuevas sensaciones.
Mañana,
con la dulce pereza que empiezan todos los años, comienza el quinto centenario
del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y el cuarto de la publicación de la
segunda parte de El Quijote. Habrá
que leer los poemas de la santa y volver a reír con un Sancho más loco y un
Quijote más lucido. Os propongo esas dos tareas, yo las voy a hacer.
Yo
no soy de ponerme muchos objetivos, bueno siempre en mi vida he ido detrás de
la felicidad, a veces me ha dejado darle un beso, otras tocarle el culo,
algunas caminar agarrado a su cintura, incluso a veces hacerle el amor detrás
de unos cristales con el sol helado de diciembre o enero calentado los cuerpos
desnudos.
Para
el 2015 deberíamos ser un poco más cultos o menos ignorantes. Sumergirnos en
nuevos libros, releer otros, no olvidar la poesía, bucear en la historia, ver
cine, sentarnos a pensar y apagar la tele. No estaría mal ponernos en la piel
del otro, de los que tenemos cerca y también de los que tienen vallas en sus
caminos; de los que tenemos demasiado pan y de los que tienen demasiado hambre;
buscar el lado bueno de las personas y no renunciar a nuestro corazón bajo
ningún concepto; volver a mirar nuestra viga y su paja; tener una sonrisa de
complicidad.
Quizá
en el párrafo anterior quedan reflejadas dos cosas que me preocupan: ser menos
ignorante e intentar ser mejor persona. Para ambas cosas necesitamos a los
demás, que nos corrijan y ayuden. Hace poco me decían: “las cosas con miel y no
con hiel”. Sería bello que siempre hubiera esa miel y dejara de existir esa
hiel.
Esta
mañana fría del último día de un año en el que la vida ha vuelto a vencer, con
sus más y sus menos, con sus tristezas y alegrías, con victorias y derrotas y
con algún empate raquítico me gusta mirar el mundo muy despacio.
Los
niños que dan guerra con alegría aunque tienen demasiadas cosas. Ahora me río
con mi hija porque se pone nerviosa porque se termina un año y mi hijo hace
problemas de matemáticas que le salen regular, es que se le va la vista por la
ventana, imagino que también los sueños de preadolescente. Las pequeñas cosas
siguen siendo las más valiosas, como los besos cómplices, las miradas a los ojos,
las mañanas de paseo por las calles angostas de la ciudad que tanto amo,
escuchar historias sencillas y tiernas, tomar una cerveza con un amigo,…
Tenemos miles de cosas sencillas con las que sentirnos vivos.
Buscaremos
la felicidad en el 2015. Esperemos que nos sorprenda.
¡FELICIDAD!
David J. Calvo Rodríguez