Otra triste y sucia guerra,
las mismas caras de miedo,
de exilio, de tristeza.
Otra guerra,
con bombas del siglo veintiuno,
con niños y ancianos
que pudieran ser nuestros hijos,
nuestros padres.
Otra guerra,
con lágrimas, con escombros,
con futuros partidos,
con cadáveres en las calles,
con edificios heridos de muerte,
con mujeres arrastrando equipajes
intentando, como siempre,
sembrar cordura y razones.
Otra guerra,
amarga, fría, soñolienta.
Secuelas salvajes esperan escondidas
en la incógnita del porvenir.
En las guerras eternamente
perdemos los mismos
y ganan los de siempre.
Paz, quiero paz,
eterna paz,
sencilla y cotidiana paz,
caliente y confortable paz,
tierna y dulce paz.
¡PAZ!
David Calvo