la Tierra y Theia chocaron;
de esa brutal colisión
se originó la luna.
Ahora, casi nadie te observa,
has pasado a un segundo plano,
pero sin ti, nuestra
existencia
sería demasiado mezquina.
Nos vigilas y nos cuidas
en las madrugadas más suicidas;
nos sonríes y nos proteges
las noches más apacibles;
nos alumbras y eres cómplice
de amores y placeres;
nos tiñes el mar y la tierra
antes de sumergirnos en la
alborada.
En las noches que no estás
me quedo en casa
echándote de menos,
soñando que volverás
a cubrirme con el halo mágico
y tierno de tu sonrisa.
David
Calvo