Todavía
nos queda mirar a la luna desde el balcón; aplaudir hasta rompernos las manos
por los sanitarios, y por todos los que hacen funcionar España en estas
circunstancias; soñar con paseos eternos por campos, playas o calles; hablar
con familiares y amigos por tecnologías del futuro de nuestra infancia; leer
hasta que se pongan rojos los ojos; imaginar versos perversos o siniestros o
cargados de amor y ternura; subir a los cielos que dejan tus pasos en el pasillo;
dejar que te besen tus hijos o te acaricien una barba de pereza y esperanza; salir
al sol de una primavera que, a veces, huele demasiado a un mundo nuevo, no
sabemos si peor o mejor; ver alguna serie en el refugio de las caricias y los
cojines; estudiar y los datos de las noticias, y pedir a los dioses que no
existen que deje de morir gente, no solo de coronavirus.
Pero
el odio sigue impregnado en las redes sociales,
en algunos balcones, en unos cuantos rincones de nuestras ciudades. Quiero
pensar que es una ruidosa minoría, pero dan miedo, demasiado miedo. Ahora no podemos
estar callados, no debemos bajar la mirada, no tenemos que cerrar los ojos y
pensar que todos somos buenos. Hay personas magnificas, pero hay gente que se
apunta al carro del rencor; afortunadamente son más los primeros que los
segundos, por lo menos así lo quiero creer cada mañana cuando me encuentro un
estercolero en Internet.
¡Qué
envía da Portugal! También otros países que luchan unidos. Aquí preferimos
matarnos entre nosotros. Mirad nuestra Historia, tan atroz, tan sanguinaria.
Entre otras cosas estoy leyendo historia, y uno se da cuenta como se ha
repetido hasta casi el infinito, algunos han sido expertos en inocular veneno a
la población para que unos luchen contra otros. Nosotros tan idiotas como hace
siglos, seguimos cayendo como ignorantes y pardillos en la manipulación, aunque
sea zafia y grosera.
La
Sanidad y la Educación pública no nos la pueden quitar nunca; las clases medias
y trabajadoras las necesitamos para vivir, para sobrevivir. Espero que sea el
aprendizaje que saquemos de la pandemia que nos devasta. Puedo llegar a entender
que las clases altas no compartan la idea de Sanidad y Educación pública, claro
que lo comprendo, aunque no lo comparta.
Seguiremos
luchando, seguiremos viviendo, seguiremos soñando; pero sobre todo, seguiremos
amando.
¡Adiós
al odio que desprenden los idiotas!
David Calvo
Buenos días. David. Totalmente de acuerdo con tigo.
ResponderEliminarBuenos días, ayer no me rió tiempo, pero creo que es muy elocuente, muy de acuerdo. Espero que estemos unid@s y no demos pábulo a los intoxicadores. Beso a.
ResponderEliminarDió
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