Los fusilamientos del 3 de mayo. Francisco de Goya |
Gente
humilde luchando con palos y navajas contra el mejor ejército de Europa del
momento. Solo dos capitanes, Daoiz y Velarde y un teniente, Ruiz, con una
veintena de soldados y muchos voluntarios combatieron hasta la extenuación y la
muerte. El capitán general, Francisco Javier Negrete, dio orden acuartelar las
tropas y que no interviniesen bajo ningún concepto. Solo un puñado de solados mantuvo
vivo el honor de un ejército escondido y acobardado.
Lucharon
y murieron; hoy en día se habla de ellos y del pueblo de Madrid, así se omite
el deshonor del ejército, de la nobleza, de la iglesia, de esa gente de orden, también
del Borbón de turno, nuestro desastroso Fernando VII.
Fueron
ejemplo para que muchos otros luchasen con el mismo honor, con la misma valentía,
con la misma dignidad, contra los invasores en nuestra Guerra de la
Independencia. Su valentía corrió como la pólvora por todos los rincones de
aquella España ignorante y atrasada, pero tan digna como siempre. Aquellos
soldados, aquel pueblo de Madrid, se dejaron la vida porque hay días que es
preferible morir con decencia.
Hoy
son manoseados por los patriotas de boquilla, por los que se quedarían en sus
casas, como hicieron casi todos, aquel 2 de mayo de 1808. La carne de cañón
siempre ha sido el pueblo, solo dos ejemplos: los solados de los tercios que
murieron defendiendo un Imperio en los campos de batalla de Europa; los reclutas
enviados a una guerra en el norte de África el pasado siglo. La misma sangre
derramada en campos diferentes.
“El
sueño de la razón produce monstruos” había escrito Goya en un aguafuerte de
1799. Hoy en día los monstruos manipulan y la razón se evapora con buenas dosis
de ignorancia.
David Calvo
Impresionante reflexión historica sobre los hechos del 2 y 3 de mayo de 1808. Un realidad que está ahí y que no hemos de olvidar. La llamada gente de bien, no ha sido ni será nunca de bien, son aprovechados egoístas que le ha movido y les mueve la ambición desmesurada.
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